Tu espacio de trabajo importa más de lo que piensas
Llevamos tres años viendo lo mismo: gente trabajando desde el sofá, la cama o la mesa de la cocina. Al principio parece cómodo. Pero llega el mes dos y empiezan los dolores de espalda, la concentración se esfuma y las distracciones se multiplican.
No hace falta montarse una oficina de revista. Pero sí necesitas un espacio que tu cerebro asocie con trabajo. Un rincón que cuando te sientas allí, entiendas que es hora de ponerse serio.
La luz natural marca la diferencia entre un día productivo y uno gris. Si puedes elegir, busca una zona cerca de una ventana. Tu estado de ánimo te lo agradecerá, especialmente en invierno cuando oscurece a las cinco de la tarde.
Los profesionales que separan físicamente su espacio de trabajo del resto de la casa reportan mejor concentración y menos problemas para desconectar al final del día.